Mano levantada en forma de puño sobre un fondo morado, símbolo de reivindicación y fuerza en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer por el símbolo de ayuda en casos de violencia de género.

Prevención, datos y salud emocional ante la violencia contra la mujer

 

Prevención, datos y salud emocional ante la violencia contra la mujer

La violencia contra las mujeres es más que una estadística: es una fractura cotidiana en miles de vidas. Pero tampoco es una realidad inamovible. Y ahí es donde merece la pena poner el foco este 25 de noviembre. En 2024, 34.684 mujeres fueron reconocidas como víctimas de violencia de género en España, un 5,2 % menos que el año anterior, con una tasa de 1,6 por cada 1.000 mujeres mayores de 14 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Son cifras duras, pero también muestran algo importante: el sistema empieza a llegar antes, mejor y a más mujeres. No lo suficiente, pero más que hace unos años. Al mismo tiempo, esta realidad trasciende fronteras. A escala global, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja a lo largo de su vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La magnitud del problema obliga a entenderlo como lo que es: una cuestión de salud pública, derechos humanos y cultura social.

Mirar los datos sin acostumbrarse a ellos

Observar las cifras con rigor implica dos cosas simultáneamente:
  • Reconocer el daño: miles de mujeres que viven situaciones de control, miedo o agresión.
  • Reconocer los avances: más denuncias atendidas, más medidas cautelares, más recursos especializados y una conversación social más activa.
Solo en 2023, se dictaron más de 109.000 medidas cautelares en asuntos de violencia de género, un 12,1 % más que el año anterior (INE). Cada una de ellas representa un paso hacia la protección y, muchas veces, el inicio de una nueva vida.

La violencia deja huella en el cuerpo y en el cerebro

La neurociencia muestra que la violencia no solo afecta a nivel emocional: altera el modo en que el cerebro procesa el miedo, la memoria y la regulación emocional. Investigaciones recientes evidencian cambios en áreas como la amígdala, el hipocampo o la corteza prefrontal en víctimas de violencia de género. Estos efectos se asocian a hipervigilancia, dificultades de regulación emocional y mayor vulnerabilidad a la ansiedad y la depresión. Pero la ciencia también señala algo fundamental: la recuperación es posible cuando se ofrece a tiempo seguridad, apoyo emocional estable, tratamiento basado en evidencia y redes comunitarias que no culpabilizan.

De la reacción a la prevención

Durante años, la respuesta institucional se centró en intervenir cuando la violencia ya había ocurrido. Hoy, los planes nacionales y europeos empiezan a desplazar el foco hacia la prevención:
  • En España, la Estrategia Estatal 2022–2025 y el Pacto de Estado refuerzan la detección temprana, la formación y la coordinación multidisciplinar.
  • En Europa, la Estrategia para la Igualdad de Género prioriza la protección, la prevención y la mejora de la respuesta institucional.
Prevenir implica educar en relaciones sanas, identificar señales tempranas de abuso, proteger también en el ámbito digital y cuidar la salud emocional como factor que reduce la vulnerabilidad.

Pedir ayuda es el primer paso

Una de las claves más importantes sigue siendo cultural: pedir ayuda no es un acto de debilidad. En un contexto en el que muchas mujeres no denuncian o no acceden a los recursos disponibles, cada profesional, cada familiar y cada entorno seguro puede marcar la diferencia.

  • Nadie merece vivir con miedo.
  • La responsabilidad nunca es de la víctima.
  • Pedir ayuda abre puertas, no las cierra.

¿Qué papel tiene la salud emocional preventiva?

La salud emocional preventiva no sustituye las leyes ni los protocolos, pero sí aporta herramientas esenciales para:

  • Reducir el aislamiento y la sensación de no tener salida.
  • Identificar patrones dañinos que pueden pasar desapercibidos.
  • Facilitar la búsqueda de ayuda y mantener redes de apoyo.
  • Acompañar sin juzgar a quienes pueden estar viviendo violencia.

En Psiconnea, creemos que la tecnología —siempre desde la ética y la evidencia científica— puede ayudar a detectar señales tempranas de malestar y ofrecer apoyo antes de que la violencia alcance niveles críticos.

25N: seguir avanzando, con datos y con humanidad

El 25 de noviembre nos recuerda dos realidades: la urgencia de proteger a las mujeres y la evidencia de que ya estamos avanzando. Hoy contamos con más cobertura institucional, mejor prevención, más recursos especializados y una sociedad menos tolerante al silencio.

Queda camino por recorrer, pero cada avance, cada política reforzada, cada espacio seguro y cada mujer que encuentra apoyo nos acerca a un país donde todas puedan vivir con libertad, seguridad y dignidad.

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