Nuestros consejos para comunicar con seguridad

Cómo comunicarte con seguridad sin dejar de ser tú

Hay conversaciones que nos dejan con un nudo en la garganta. Otras, con la sensación de haber cedido más de la cuenta. Y algunas, con el remordimiento de haber hablado más alto de lo necesario. Saber expresarnos con firmeza y respeto no siempre es fácil, pero es una habilidad que puede entrenarse. La asertividad no se trata de decir todo lo que pensamos sin filtro, ni de callar para evitar conflictos. Es algo mucho más valioso: la capacidad de comunicar lo que sentimos, pensamos y necesitamos de forma clara, directa y respetuosa.

¿Qué estilo de comunicación usas (y cómo te afecta)?

A veces respondemos de forma automática, sin darnos cuenta de que estamos actuando desde un estilo de comunicación aprendido. Existen tres grandes formas de relacionarnos verbalmente: el estilo pasivo, el agresivo y el asertivo.

El estilo pasivo se caracteriza por evitar expresar necesidades u opiniones por miedo a molestar. El agresivo, por el contrario, impone el punto de vista propio, dejando a un lado a la otra persona. Ambos estilos pueden generar incomodidad, culpa, resentimiento o desconexión.

El estilo asertivo, en cambio, busca el equilibrio: defender nuestros derechos sin atacar los del otro. No se trata de tener siempre la razón, sino de aprender a decir lo que pensamos sin herir, y a poner límites sin sentir culpa.

Ser conscientes de nuestros patrones nos permite tomar decisiones más alineadas con cómo queremos relacionarnos. Llevar un pequeño diario durante unos días puede ayudarnos a detectar qué estilo predomina en nuestro día a día y cómo nos hace sentir.

Aprender a expresar emociones sin atacar

Una de las claves para una comunicación asertiva es poder hablar desde la experiencia personal sin caer en reproches. Aquí entran en juego los llamados “mensajes Yo”: frases que parten de lo que sentimos, sin responsabilizar al otro.

Por ejemplo, en lugar de decir “Nunca me tienes en cuenta”, podemos expresar: “Cuando tomas decisiones sin consultarme, me siento apartado, porque valoro sentirme incluido. Me gustaría que me informaras antes de decidir”.

Este tipo de mensajes ayudan a que la otra persona entienda nuestro malestar sin sentirse atacada. La psicoterapeuta Virginia Satir, referente en comunicación familiar, defendía que expresar nuestras necesidades es una forma de autocuidado, no de egoísmo.

Practicar estos mensajes en voz alta, prepararlos antes de una conversación o escribirlos puede ayudarnos a ganar seguridad y claridad.

 

Decir “no” también es cuidar

Una de las situaciones más desafiantes para muchas personas es negarse a una petición. Aceptar por compromiso, por miedo a decepcionar o por evitar conflictos puede generar sobrecarga, estrés e incluso resentimiento.

Decir “no” con claridad y respeto no es un rechazo al otro, sino una forma de priorizar nuestros recursos y bienestar. La clave está en hacerlo con firmeza, sin justificarnos en exceso ni disculparnos por cuidar nuestros límites.

Frases como “Ahora no puedo encargarme de esto, pero gracias por pensar en mí” son ejemplos de respuestas asertivas que preservan el vínculo sin sobrepasar nuestras capacidades.

Como toda habilidad, se entrena. Ensayar estas frases previamente —ya sea frente al espejo o con una persona de confianza— permite que, llegado el momento, podamos usarlas con más naturalidad.

La asertividad se entrena (y transforma)

La buena noticia es que la asertividad no es un rasgo de personalidad inamovible. Es una habilidad que puede aprenderse, desarrollarse y fortalecerse con la práctica. A medida que vamos incorporando nuevas formas de comunicarnos, no solo mejora la relación con los demás, sino también con nosotros mismos.

Expresarnos con claridad nos hace sentir más en coherencia, reduce el malestar emocional y fortalece nuestra autoestima. La psicología contemporánea, con autores como Daniel Goleman o Marshall Rosenberg, ha demostrado que comunicar desde la inteligencia emocional y la comunicación no violenta transforma los vínculos y nos permite construir relaciones más saludables.

Consejos prácticos para empezar hoy

  • Registra durante tres días situaciones en las que te comunicaste con otros. ¿Cómo te sentiste después?
  • Elige una situación reciente y redacta un mensaje “Yo” que te hubiera gustado decir.
  • Ensaya frente al espejo una frase asertiva para decir “no” sin sentirte culpable.
  • Antes de una conversación difícil, escribe lo que necesitas transmitir desde el respeto.
  • Hazte esta pregunta: “¿Estoy expresando lo que siento o esperando que lo adivinen?”

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